Con el nacimiento del Bebé en Belén, surgió una magna investidura, un poder más grande que las armas, una riqueza más duradera que la de las monedas de César, pues ese niño estaba destinado a ser el Rey de reyes y Señor de señores, el Mesías prometido, sí, el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. (El Ejemplo del Maestro, Liahona enero 2003, Pág. 4).
lunes, 19 de noviembre de 2012
Cita: Thomas S. Monson
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